sábado, 26 de marzo de 2011

28

Últimamente tengo la sensación de vivir albergando entre mis manos una bomba de relojería que no sé cuándo va a estallar. Querría cambiar tantas cosas en mi vida que resulta casi ridículo el papel que desempeño en todo este juego de marionetas. Hay tantas cosas que no dependen de mí... Hay tantos finales escritos que no se pueden cambiar, tantos sentimientos exhaustos de ser inservibles, tantas palabras impacientes por salir que terminan difuminándose entre silencios sordos...
Este año hasta la primavera se niega a dibujar mi sonrisa, acompañando su discreta llegada tan sólo con más días grises... Sé que es normal. Que unos días hay más fuerzas, otros menos. Que unos días superas los obstáculos, otros la vida te supera a tí. Pero cada día siento que queda menos tiempo para esa bomba que sostienen mis manos.
Sería lógico pensar tan sólo en soltar la bomba, alejar lo peligroso, buscar en otra parte pero, ¿Qué suelen sostener tus manos? Las mías, al menos, lo que tengo -o lo que me ha tocado tener-.

Por fortuna o desgracia no creo en nadie a quien poder rezar. Y a veces me gustaría pensar que sirve de algo, sentir esa utopía de no sentir soledad, de tener a alguien a quien acudir cuando estás solo, alguien que te escuche cuando hablas, que te brinde su hombro cuando necesitas llorar. ¿No parece un ser creado por y para el hombre? Por eso mismo creo que es tan sólo una utopía que el propio hombre ha creado para esquivar los malos momentos. El ser humano es el único ser tan estúpido de sentir la soledad como un acompañante. Atribuímos compañías banales e inservibles a nuestra propia existencia para no admitir que estamos solos. La soledad no nos acompaña, la soledad se apodera de nosotros.

Considero que la única verdad de la que me puede guiar es que el tiempo pone a cada uno en su lugar y, aunque la justicia de la vida permanezca al margen de mi día a día, sé que mañana todo saldrá bien. Porque tanto tiempo de mal fario tenía que terminar algún día. Porque sé que mañana será el final de todo esto. Porque no puede volar en mil pedazos lo más importante que me acompaña.
Una de tantas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario