miércoles, 2 de marzo de 2011

21

Un día llega. Y te das cuenta de que ya no hay nadie más, ni lo habrá, porque esa persona es todo lo que necesitas. Un día, de repente tienes miedo, pero te calma, más que la nicotina, más que un tranquilizante, más que todo. Y al fin, duermes... Y sueñas, pero ya no tiene sentido soñar, porque no deseas nada más.
Lloras porque no está. Tienes miedo porque todo escapa a tu control. Sonríes porque sabes que existe, que es real y está a tu lado por mucho que os separe. Y aunque siempre hubieses querido volver al pasado, ya no quieres, porque ya no quieres vivir pensando en esperar más para poder acariciarle, besarle, sentirle cerca... Y sabes que tienes que tener paciencia, pero no puedes, le necesitas más a cada paso que das, le echas más de menos cada vez que respiras. Pero te consuela saber que compensa esperar, que todo será mejor cuando esté contigo. Y sabes que no quieres que nunca se separe de tu lado, pero no es posible. Y duele. Y vuelves a llorar. Y te preguntas por qué tanta distancia. Y nadie responde. Pero todos sabemos que cuando llega ese día, no puedes luchar, no puedes revelarte, sólo puedes aceptarlo e intentar sentirte bien, y dejas de tener miedo, porque te das cuenta de que no es casualidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario