viernes, 18 de marzo de 2011

23

Tu último orgasmo me está mirando, con cara de querer invitarme a un gramo, que les jodan a ambos, he encontrado un estado donde no me jode la lluvia de ideas, ni un día soleado, pero el dolor es omnipresente, y hoy he visto otro ovni que no venía a recogerme. Ante tal abandono no puedo más que preguntarme cómo aprovechar mi lengua si ya no te devoro. Así, acabo lamiendo en las cloacas más putrefactas la bilis que me robaron las ratas, para que fuera como estas cuando el amor se acaba; así saboreo antiguos deseos que olvidé en el subsuelo. La música está infectada y yo, haciéndoselo a pelo, poniéndome tan chula que rompo mi caparazón y nado de espaldas por la marea alta de la saliva ácida que me amargó. El calor acaba siendo más relativo que llegar vivo a los cien años y pensar: "he vencido". Creo que yo ya llevo danzando varios siglos.
La vida es un bis a bis en la cárcel de la nada, un oasis gris escapando de la oscuridad ilimitada. ¿Cuál es la chispa que más ilumina o la canción que vence al asco de las esquinas? Alguien habla con los espectros, pero sus secretos nos vuelven menos eternos. ¿Dónde yace la oportunidad de vislumbrar? Sé que estoy aquí, pero en ningún lugar, que el gato encerrado secuestra el tiempo, está maullando mil hipótesis que no entiendo. Al menos se come a los ratones que me mordieron y me sigue reservando los tejados más buenos. No tengo miedo al fin de este plano mental, sólo a algo aún peor, sólo a algo igual. Intento imaginar cualquier opción, con la obviedad de que no nos espera tu dios. El vagabundo de abajo habla de voces que hacen aún más inhóspito lo que no conoces. Y si el mayor diablo se llama Vaticano esta realidad es un insulto demasiado vano. Inventé un tercer ojo para ver las sombras que me hubieran hecho una puta cifra más. Hay ecos muy lejanos que me nombran y les respondo con señales que ya escucharás.

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