miércoles, 30 de marzo de 2011

29

Es hora de decidir, de tomar decisiones otra vez, y tan sólo por que la primera opción fue incorrecta. A veces nos entregamos demasiado a personas sin pararnos a pensar en la reciprocidad de los hechos. A veces basta con sobrevivir a base de pequeñas bocanadas de ilusión que hacen recuperar el aliento lo suficiente, sin deternernos ni un momento en admitir que los sentimientos son tan sólo una interpretación subjetiva del individuo, a veces incontrolables, y que por ello están expuestos constantemente a la equivocación. Hoy se acurruca mi alma entre inútiles girones desgastados del pasado, entre la hiel de un dolor hiriente que palpita bajo el silencio de un latido que sonó tan fuerte a tu lado que te hizo sentirlo. Hoy sé que haga lo que haga será pura banalidad, sólo porque hace unos días encontré la respuesta a todas mis preguntas, haciendo así que la agonía de no entenderte finalizase y desembocase en la caída de una venda que me mantuvo ciega demasiado tiempo. Tan sólo porque la respuesta fue hacerme la pregunta correcta, y me di cuenta de que no dudé al responderme. ¿Me quieres hacer feliz? Y de nuevo un monosílabo que me devolvió de una patada a la realidad.
Nunca quisiste hacerme feliz, sólo quisiste la felicidad a mi costa.
La decisión es tan sólo cambiar el rumbo y empezar a apartar las piedras que me impiden continuar, sabiendo que esta despedida sólo me dolerá a mí. Pero prefiero vivir lo que queda pensando en mí si tú los quieres vivir pensando en tí. Bendita  lógica....

sábado, 26 de marzo de 2011

28

Últimamente tengo la sensación de vivir albergando entre mis manos una bomba de relojería que no sé cuándo va a estallar. Querría cambiar tantas cosas en mi vida que resulta casi ridículo el papel que desempeño en todo este juego de marionetas. Hay tantas cosas que no dependen de mí... Hay tantos finales escritos que no se pueden cambiar, tantos sentimientos exhaustos de ser inservibles, tantas palabras impacientes por salir que terminan difuminándose entre silencios sordos...
Este año hasta la primavera se niega a dibujar mi sonrisa, acompañando su discreta llegada tan sólo con más días grises... Sé que es normal. Que unos días hay más fuerzas, otros menos. Que unos días superas los obstáculos, otros la vida te supera a tí. Pero cada día siento que queda menos tiempo para esa bomba que sostienen mis manos.
Sería lógico pensar tan sólo en soltar la bomba, alejar lo peligroso, buscar en otra parte pero, ¿Qué suelen sostener tus manos? Las mías, al menos, lo que tengo -o lo que me ha tocado tener-.

Por fortuna o desgracia no creo en nadie a quien poder rezar. Y a veces me gustaría pensar que sirve de algo, sentir esa utopía de no sentir soledad, de tener a alguien a quien acudir cuando estás solo, alguien que te escuche cuando hablas, que te brinde su hombro cuando necesitas llorar. ¿No parece un ser creado por y para el hombre? Por eso mismo creo que es tan sólo una utopía que el propio hombre ha creado para esquivar los malos momentos. El ser humano es el único ser tan estúpido de sentir la soledad como un acompañante. Atribuímos compañías banales e inservibles a nuestra propia existencia para no admitir que estamos solos. La soledad no nos acompaña, la soledad se apodera de nosotros.

Considero que la única verdad de la que me puede guiar es que el tiempo pone a cada uno en su lugar y, aunque la justicia de la vida permanezca al margen de mi día a día, sé que mañana todo saldrá bien. Porque tanto tiempo de mal fario tenía que terminar algún día. Porque sé que mañana será el final de todo esto. Porque no puede volar en mil pedazos lo más importante que me acompaña.
Una de tantas.

miércoles, 23 de marzo de 2011

27

No se cuál ha sido exactamente el momento de mi vida en el que me  propuse no cometer los mismos errores que cometí en el pasado, aprender. Hoy en día me parece una preciosa pero utópica forma de vida, el ser humano es ser humano en el momento del primer error en tanto que lo es en el  momento del segundo. Aunque exista un afán activo de intentar compararlos, cada situación de la vida es diferente. Yo misma soy diferente en cada momento de mi vida precisamente gracias a ese aprendizaje. Creo que no hay mayor fuente de experiencia que el propio ser humano y sus experiencias.

Cada persona que ha intentado o conseguido asomarse a esta pequeña caja de cerillas ha dejado algo y se lo ha llevado. Por suerte o por desgracia, soy aficionada a sacar mis propias conclusiones frente a cada una de esas marcas que se ha imprimido en mi vida. Una de esas conclusiones -la más realista, o tal vez simplemente la más coherente- ha sido asumir que nada es eterno. Todo llega y se va, por lo que la única actitud lógica que veo posible es la de ilusionarse, luchar, amar y dejar ir. 

Ilusión, ¿Por qué no? ¿Hay alguien que disfrute de un pleno "Carpe Diem"? Por suerte o desgracia, yo no. Me gusta pensar en las consecuencias de las cosas, es quizás entonces cuando me ilusiono o me invade el miedo. Por eso últimamente veo tan difícil ilusionarme, porque todo lo que hago últimamente es fruto de la elección del mal menor frente a diversas y desagradables realidades. Iusionarse por algo o por alguien es, en parte, tener la certeza de que esa circunstancia es un camino lícito para dejar que entre la felicidad en tu vida, ya sea en forma de persona o de satisfacción personal. 

Lucha. Alguna boca sabia acertó a decir en algún momento la oración "quien algo quiere algo le cuesta". Creo que no tendré el placer de conocer a su dueño, de momento me conformo con su seguidora número uno: mi madre. He vivido acostumbrada a pagar un precio por todo aquello que he querido conseguir en mi vida y, a pesar del esfuerzo y alguna que otra frustración lo saboreo. Si te encuentras en la cima de la montaña y no la has escalado, ¿Dónde reside la satisfacción personal? Me gusta disfrutar del camino, por muy duro que sea. Disfruto demostrando a cada persona que me importa , ganándome las cosas o dando simplemente por el placer de dar, aunque implique bajar la guardia y ser vulnerable.

Amor. Bien. Palabra corta. Tan corta que resulta casi estúpidamente necesario hacer una pausa después de pronunciarla. Quizá porque la cantidad de recuerdos que nos evoca la mente al escucharla tienen una duración bastante más larga que lo que tardamos en pronunciarla. Creo -tan sólo es una humilde opinión- que sólo se es capaz de amar algo cuando asumes que no es tuyo. Cuando aceptas que nada ni nadie tiene por qué acompañarte en tu andadura, que tu vida es tuya -con sus problemas incluídos-. Cuando disfrutas de que ese "algo" o "alguien" quiera realmente tenerte en su vida.  Amor. Yo le atribuyo ese sentido.

Dejar ir. Llega el momento en el que mi pequeño y maravilloso mundo posa sus pies en el suelo y se convierte en realidad. Aceptémoslo. ¿Somos tan importantes como para ser necesitados por alguien durante toda una vida? Quizá -y tan sólo quizá- cuando esa necesidad viene dada por lazo que te une a esa persona. ¿O es que alguien que no sea tu madre podrá actuar como madre en tu vida? En caso de afirmarlo, yo me atrevo posteriormente a afirmar que si esa persona alguna vez lo consiguió fue porque tu madre nunca actuó como tal y alguien te cubrió esas necesidades. Piénsalo ahora. Esa persona ha actuado como madre, y después de ella nadie lo podrá hacer.  Bien. Salvo la excepción de los lazos, creo que no. Quizá de nuevo interviene ese concepto llamado destino -como se podrá apreciar tengo una tendencia a atribuirle los hechos inexplicables-. Tal vez aquella persona que te abrió los ojos en un momento dado era la única persona en el mundo -pensadlo, la única- que te los podía  abrir, la única mente capaz de pronunciar unas palabras con tanta personalidad y razón que hicieran caer la venda ante tus ojos. Pero eso no significa que esa persona sea la única que te los pueda abrir a lo largo de tu vida. Es más, me atrevo a dudarlo. Llega un momento en el que a esa persona no le compensa seguir abriéndote los ojos, o simplemente ya no es capaz de abrírtelos de nuevo. Necesidades incompletas, huecos vacíos que tan sólo nuevas experiencias pueden ocupar.

De nuevo nada es eterno. Pero mientras dure, Carpe Diem.

Una de tantas.

martes, 22 de marzo de 2011

26

He roto una promesa, jure no dedicarte una sola palabra o pensamiento cuanto todo acabara, y mírame... aquí estoy. La forma, no fue la más justa, aunque la mas sincera tampoco, hace dos semanas, que no se ni lo que siento y esa sensación, es muy confusa, te lo aseguro.
No se, lo que piensas o sientes, aunque claro, tampoco sé lo que siento/pienso yo. Te quise muchísimo, contigo aprendí a vivir los pequeños detalles, a ver el amor en un cruce de miradas, o un beso, sentir esa magia, sentir ese amor. Pero se marcho.. de nuevo.
Y esta vez, no voy a decir: ¿Porque? ''No lo entiendo.'', Porque sé porque y si que lo entiendo.
Por mis mentiras, por mis actos, por mi pasado, por mis mierdas.
Tengo tantos sentimientos, que no sé muy bien como plasmarlos aquí, no te quiero, o eso me digo cada noche al acostarme, lo único que tengo claro, que no te quiero, pero tampoco quiero que te tenga otra.  Yo he encontrado a alguien, me hace feliz, lo  único malo... que te nombra mas veces que mi pensamiento y.. ¡¡Oye, eso es malo!! No he vuelto a pisar los mismo lugares que estuve contigo, ni siquiera he vuelto a dormir en la misma cama, y quizás eso es lo que me ha salvado. Pero sigue siendo una semana de: ''Quiero morirme.. pero nadie me entiende''. Echo de menos tenerte como amigo o que me respondieses tipo: ¿Voy yo y te empujo?, solo quiero que seas feliz, sé que lo harás. Eres una gran persona a diferencia de mi.

Solo espero que un día me escuches, y esta conciencia me deje dormir, alguna noche ¿Sabes? Necesito que me dejes dormir, por favor,... Si me quieres, déjame ir...

25

No sé qué busco en esto. Quizá una simple forma de desahogarme, un método más para conocerme a mí misma o una forma de obligarme a sacar conclusiones a los acontecimientos que últimamente dirigen mi vida. En cualquier caso, el objetivo no es buscar un objetivo, ni siquiera encontrarlo. De momento me conformo con crear el medio para conseguir el fin.
Llevo tanto tiempo utilizando la expresión "sentir es una trampa" para definir mi vida que lo encontré apropiado para nombrar este rincón. Mi rincón. Mi carácter, mis normas, mi filosofía, mi pequeña parodia ante un mundo con su propio ritmo. Un ritmo que aplasta, censura y desgarra cada pequeño instante que intento saborear. A pesar de que resulte irónicamente contradictorio, últimamente vivo inertemente. 
Disfruto de cada pequeño momento feliz sabiendo que lo es, aprecio cada instante en el que el vacío anónimo que llevo arrastrando años desaparece y de una forma u otra me siento plena. Mi problema no reside en la incapacidad para valorar y disfrutar de la felicidad, sino en el infinito intervalo de tiempo que transcurre desde la última vez que tan valorada visita llamó a mi puerta y la invité a pasar. 
Llevo algún tiempo confirmando la teoría de que tengo una mente no diferente, sino perteneciente a una minoría social que antepone unas necesidades en algunas ocasiones imposibles frente a la superficialidad, egocentrismo y banalidad que hoy en día dirige mi entorno. Una mente regida tan sólo por la lógica de querer y necesitar entender cada cambio en mi vida, por buscar el placer que ya de por sí supone dar, independientemente del que suponga recibir, y por la frustración que implica que el resto del mundo no sólo no satisfaga, sino que no le encuentre sentido a estos sentimientos.
Mi forma de pensar está sumida en un círculo vicioso difícil de entender, pero que se ha ido construyendo al margen de mi voluntad. Clasifico los acontecimientos de mi vida en dos  tipos: 
- Los que son ajenos a mis acciones en los que tal vez -y sólo tal vez- interviene un concepto tan abstracto como el de destino.
- Los que son tan sólo la consecuencia directa e irremediable de cada una de las acciones y decisiones que he tomado en mi vida.

 Irremediablemente se plantea un pequeña cuestión: ¿Hay forma de diferenciarlos?
¿Es posible distinguir la mala suerte de una mala decisión? Mi conclusión es un rotundo no.
Esto me lleva a asumir que hay una parte de mi vida que no controlo, pero no por ello la vida me debe controlar a mí. Existe un resquicio entre tanta afirmación por el que se cuela la incapacidad de saber si la decisión que tomas en el presente influirá de alguna foma en un futuro. De dudar de si tu propia voluntad será la encargada de escribir cada página de tu vida o si cada una de las palabras que componen esos episodios ha sido escrita ya y tan sólo te toca hacerla realidad. De no tener la certeza de si eres la protagonista de tu vida o únicamente la marioneta que la interpreta.

Bien, llega el momento de toparse con la primera paradoja de la vida: 
Tomar la decisión de si tomar una decisión sirve de algo.
Ante tan irónico silogismo -y lo tacho de "irónico" porque dudo de que los conceptos lógica ydestino puedan referirse a una misma realidad- el resultado es que decidir si decidir o no decidir sirve de algo. Eso ya implica decidir, por lo que me veo obligada a dar por sentado que decidir ya sirve de algo. 

Como mencioné anteriormente, considero imposible saber -y no creer- que un tipo de acontecimiento se pueda diferenciar del otro, por lo que la única conclusión que he sacado a lo largo de mi vida ha sido obviar el concepto de destino para inclinar la balanza a favor de mi voluntad. Cada acontecimiento en el que me veo envuelta es tan sólo una consecuencia de una buena o mala decisión tomada en tiempos pasados, pero sólo hasta que no se demuestre lo contrario. 
Esta afirmación me provoca la necesidad de analizarlo todo hasta encontrar el motivo por el que en un determinado momento mi vida se tuerce. Cuando tras dolorosas búsquedas el resultado es nulo, asumo y acepto que me encuentro ante un episodio de mi vida que no controlo, volviendo a empezar de nuevo preguntándome si decidir sirve de algo.

¿Complicada? No. Tan sólo formo parte de una minoría social que nadie entiende. Conservo la ilusión de que, si alguna vez alguien lee esto, me llegue a comprender. Entonces podré afirmar que esa utópica minoría a la que hago referencia no la compongo sólo yo.
Entonces podré afirmar que no soy sólo una, tan sólo

Una de tantas.

viernes, 18 de marzo de 2011

24

No sé cómo aguante 19 años en mi vida sin conocerte, pero acerté, di con la clave del camino y no me arrepiento del día que nos conocimos. Nos pusimos cara a cara para acaramelar la soledad que da el pasado y arrimados echar a volar, hasta llegar más allá del horizonte, donde el sol y la luna, juntos, pierden el nombre. Hombre y mujer, placer y delito, condenados por amar más haya del infinito. Querido, lo juro, no podrán con nosotros, llegaremos más allá de donde no soñaron otros. Fotos de un álbum vacío sin razón y un corazón formado de dos por tu cariño y mi devoción. Pasión que puede con cualquier barerra. Amar no conoce fin, tampoco conoce frontera. ¿Quimera o realidad? ¿Ilusión o fantasía? Por ti mataría, niño, por ti moriría. Sabía que estarías en alguna parte pero, puede que por miedo, nunca me atreví a buscarte y ahora las olas de este mar azul no llegan a mis arenas, mi vida, si no estás tú y tu luz en mi oscuridad creo este sueño. Para tanto amor, hoy me siento pequeña. Tu voz me enseño a caminar sobre tu pelo y a entender que sin ti, joder... Que sin ti me muero.

23

Tu último orgasmo me está mirando, con cara de querer invitarme a un gramo, que les jodan a ambos, he encontrado un estado donde no me jode la lluvia de ideas, ni un día soleado, pero el dolor es omnipresente, y hoy he visto otro ovni que no venía a recogerme. Ante tal abandono no puedo más que preguntarme cómo aprovechar mi lengua si ya no te devoro. Así, acabo lamiendo en las cloacas más putrefactas la bilis que me robaron las ratas, para que fuera como estas cuando el amor se acaba; así saboreo antiguos deseos que olvidé en el subsuelo. La música está infectada y yo, haciéndoselo a pelo, poniéndome tan chula que rompo mi caparazón y nado de espaldas por la marea alta de la saliva ácida que me amargó. El calor acaba siendo más relativo que llegar vivo a los cien años y pensar: "he vencido". Creo que yo ya llevo danzando varios siglos.
La vida es un bis a bis en la cárcel de la nada, un oasis gris escapando de la oscuridad ilimitada. ¿Cuál es la chispa que más ilumina o la canción que vence al asco de las esquinas? Alguien habla con los espectros, pero sus secretos nos vuelven menos eternos. ¿Dónde yace la oportunidad de vislumbrar? Sé que estoy aquí, pero en ningún lugar, que el gato encerrado secuestra el tiempo, está maullando mil hipótesis que no entiendo. Al menos se come a los ratones que me mordieron y me sigue reservando los tejados más buenos. No tengo miedo al fin de este plano mental, sólo a algo aún peor, sólo a algo igual. Intento imaginar cualquier opción, con la obviedad de que no nos espera tu dios. El vagabundo de abajo habla de voces que hacen aún más inhóspito lo que no conoces. Y si el mayor diablo se llama Vaticano esta realidad es un insulto demasiado vano. Inventé un tercer ojo para ver las sombras que me hubieran hecho una puta cifra más. Hay ecos muy lejanos que me nombran y les respondo con señales que ya escucharás.

domingo, 6 de marzo de 2011

22

Miedo. Tanto miedo que hasta el viento parece susurrarme que todo irá mal. Pesadillas cada noche, romper en llanto, pensar en que cada segundo que pasa es un puñal que me corta las muñecas. Siento tanto que nada puede calmar este grito de rabia interno. Tenía tantos objetivos para hoy que no fui capaz de cumplir ninguno. Tenía tantos sueños que acabé por no dormir. No quiero nada que no merezca, ni nada que me duela, simplemente que desaparezca esta sensación de presión en el pecho y esta maldita ansiedad que me condena a encender mi mechero y terminar hasta por encenderme yo. Días que siempre son los mismos, que en nada cambian. Puras anécdotas que se repiten día a día. La misma ciudad, el mismo cielo encapotado, el mismo vacío llenándome, los mismos labios que el frío y mis heridas marchitaron. Quiero salir corriendo. Irme lejos y pensar que estás a mi lado, aún teniendo la certeza de que nada es espiritual, de que simplemente tu presencia se limita a un cuerpo que no está, a unos ojos que no miran y a unas manos que si me acariciasen me destrozaría. Sólo tiempo. Sólo heridas. Sólo yo, cubriéndome con el frío que la noche desprende, bañada en excesos, en luces artificiales que nos hacen sentir protegidos, pero sin ninguna estrella que nos guíe. Necesito un camino, poder tener el control de esta estúpida situación. No puedo y lo siento. No puedo y espero no despertar mañana. Dulces sueños.

miércoles, 2 de marzo de 2011

21

Un día llega. Y te das cuenta de que ya no hay nadie más, ni lo habrá, porque esa persona es todo lo que necesitas. Un día, de repente tienes miedo, pero te calma, más que la nicotina, más que un tranquilizante, más que todo. Y al fin, duermes... Y sueñas, pero ya no tiene sentido soñar, porque no deseas nada más.
Lloras porque no está. Tienes miedo porque todo escapa a tu control. Sonríes porque sabes que existe, que es real y está a tu lado por mucho que os separe. Y aunque siempre hubieses querido volver al pasado, ya no quieres, porque ya no quieres vivir pensando en esperar más para poder acariciarle, besarle, sentirle cerca... Y sabes que tienes que tener paciencia, pero no puedes, le necesitas más a cada paso que das, le echas más de menos cada vez que respiras. Pero te consuela saber que compensa esperar, que todo será mejor cuando esté contigo. Y sabes que no quieres que nunca se separe de tu lado, pero no es posible. Y duele. Y vuelves a llorar. Y te preguntas por qué tanta distancia. Y nadie responde. Pero todos sabemos que cuando llega ese día, no puedes luchar, no puedes revelarte, sólo puedes aceptarlo e intentar sentirte bien, y dejas de tener miedo, porque te das cuenta de que no es casualidad.