sábado, 28 de mayo de 2011

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Cuando pienso en ti, es como si el mundo se mostrara ante mí uniendo un sinfín de sensaciones que, para bien o para mal, te comprimen el pecho hasta que llegas a un punto en el que te obligas a reaccionar porque acabas olvidándote de respirar. Y es que cuando pienso en tí todo mi mundo se transforma. Lo olvido todo. Olvido mis problemas, olvido mis malestares, olvido mis compromisos, olvido mis promesas, olvido mi alegría para centrarme en tí. Sólo estás tú. Todo lo demás se desdibuja en mis ojos para crearse una realidad paralela en la cual ya no somos tú y yo, sino nosotros.
Pero, aunque sea difícil de creer, esta es mi enfermedad. Es lo único que odio desde lo más profundo de mi ser. Porque es un querer y no poder. Sólo estás aquí cuando sueño, y eso convierte mi despertar en mi peor pesadilla. Porque contigo consigo calmar todas mis penas, pero cuando desapareces, cuando dejas de existir, ellas vuelven a mí de golpe como si de un boomerang se tratara.
Tú eres mi veneno y mi cura. Sólo tú puedes conseguir hacerme llorar y sólo tú puedes conseguir que ría. La única diferencia que mi risa será inventada, y mis lágrimas reales. Es mi dolor lo que hace que tú existas, es mi dolor también el que hace que sólo seas como yo quiero que seas. Yo sólo soy feliz en sueños, y eso no es más que una muerte lenta y dolorosa a la par que dulce.
Sé que soy egoísta, pero me mata quererte y no poder tenerte. Así que lo único que pediré a la vida es que, si no te va a traer hacia mí, si nuestras almas no fueron creadas en sintonía, es que me haga olvidarte. Sólo le pido eso, que me explique como olvidar de una forma que no duela más de lo que me duele esto. Porque para mí pensar en tí es la peor tortura que alcanzo a imaginar. Devuélveme todas las horas que he invertido en soñar contigo prestándome al olvido. Ya que el destino no ha querido que nos unamos, dile que nos separe al menos. Que no nos deje con la miel en los labios, que decida cuál va a ser nuestro futuro, si será un futuro unánime o no. Pero, por favor, pídele que deje de arrebatarme los latidos, devuélveme ese órgano que aún latiendo en mi pecho te pertenece por derecho.
Sólo quiero que sepas que esto no lo digo porque no quiera amarte, sino porque no quiero morir amándote. ¿Sabes? Desde que te conozco mi nombre se escribe en plural

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