sábado, 14 de mayo de 2011

38



- ¿Diga?

- ¿Él te hace feliz?

- ¡¿Cómo?!

- Respóndeme, ¿ese hijo de puta te hace feliz?

- Dios, ¡estás loco!

- Joder, sólo dímelo. 

- Sí... Me hace feliz...

- ¿Más feliz de lo que yo te hacía?

- ¡¿Pero qué pregunta es esa?!

- Es muy sencilla, si con ese cabronazo eres más feliz de lo que eras conmigo me dices "SÍ" y si no me dices "NO"

- No lo sé...

- ¿No lo sabes? O sea, ¿te vas con ese infeliz amargado y no eres capaz de saber si te hace más feliz que yo?

- No le insultes, él no te ha hecho nada.

- Existe, y eso ya es suficiente para que me ponga de mal humor. Pero respóndeme a la puta pregunta. 

- Sí, supongo que me hace más feliz que tú...

- Joder, hostias, mierda. Está bien...






[...]




- ¿No cuelgas?

- No. ¿Y tú?

- Dime, ¿por qué me has llamado?

- ¿Por qué te he llamado? Pues porque soy un completo gilipollas. Porque estoy borracho como una cuba y me ha dado por ponerme a recordar los mensajes que la puta gente me había escrito en el móvil, y el último; en el último jodido lugar de toda la puta lista había un mensaje tuyo. Y yo, como soy un subnormal paleto imbécil lo he abierto y lo he leido. Y no he podido tragarme las putas lágrimas, pero después de darme de hostias contra todo lo que he encontrado por casa y de beberme todo lo que he encontrado esta mierda de angustia no desaparecía, y como soy un estúpido payaso te he llamado sin saber qué decirte y... Y... Y... Joder...


- ¿Qué ponía en el mensaje?

- ¿Cómo? 

- ¿Que qué cojones ponía en el puto mensaje?

- Que me amabas...

- ¿Sabes una cosa?

- ¿Qué?

- Yo también guardo un mensaje tuyo. Sólo uno. ¿Y sabes lo que pone en él? ¿Sabes qué pone en el puto mensaje?

- ¿El qué? ¿Qué pone?

- Pone que pasarás el resto de tu vida conmigo, que estamos destinados a estar juntos, que nunca nos separaremos porque lo nuestro es eterno y que me amas más que a nada. ¿Y sabes por qué guardo ese mensaje? 

[...]


- Joder, ¿para qué?

- Para acordarme toda la puta vida de que siempre has sido un cabrón mentiroso. Para acordarme todos y cada uno de los días en los que mi conciencia flaqueé de que me dejaste tirada como a una puta y te fuiste por ahí porque te habías cansado de mí. Para recordarme a mí misma los errores que no debo repetir. Y ahora voy a colgar el puto teléfono. 





Ella cuelga dando un golpe, mientras él no puede dejar de balbucear una avalancha de torpes incongruencias a modo de disculpa hasta que se da cuenta de que nadie le está escuchando. 

A decenas de kilómetros los dos están tirados en el suelo al lado del teléfono llorando a lágrima viva. Uno arrepintiéndose de sus errores y otra simplemente recordando los viejos buenos tiempos

1 comentario: