jueves, 5 de mayo de 2011

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Y se sienta, se sienta delante de un mar tan inmenso como su vida misma. Ella se compara con el "vaivén" de las olas, piensa que son como los recuerdos. Vienen y se van. Vienen cuando menos te lo esperas... de repente un olor, un gesto, una situación, un sonido o una sonrisa que te recuerda a el, pero después se va, se aleja tanto que es inalcanzable. Y de repente, delante de ella y casi salpicándola, rompe una ola y se da cuenta de que ella también tiene que romper con todos esos recuerdos. Romper y que venga otra ola mejor, de esas que llegan a la orilla silenciosa y sencilla. 

Se levanta, se descalza y camina, camina por la orilla, va despacio, sin prisas y sonríe. Le gusta el olor a mar. Decide entrar despacio, de puntillas porque no quiere que venga una de esas olas que estallan delante de ellas y después se van

Y recuerda una conversación que tuvo con un marinero:
- El mar es un misterio, así que muchacha... déjate llevar
- Y ella le susurró aquella canción de Vetusta mola que decía: Dejarse llevar suena demasiado bien. Jugar al azar, nunca saber dónde puedes terminar... o empezar
Y se dejo llevar por la marea.

1 comentario:

  1. Dios, es muy bonito, me encanta, está genial. Voy a leerme el resto :) Soy @Paratinoexisto, de twiter. Un abrazo.

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